“Setentismo” y memoria
Alejandro Kaufman

¿Cuáles son las condiciones de vigilia para la enunciación de un pensamiento, una memoria o una crítica de los “setenta”? ¿Cuáles los obstáculos que se interponen con una tarea semejante? No se menciona aquí un acontecimiento histórico cualquiera, sino aquél que precedió al horror. El acontecimiento político militar de los setenta fue el destinatario alegado de la represión genocida. No hay posibilidad de habitar la Argentina actual sin una cartografía de las actitudes y las posiciones respectivas. Si esto era así por el devenir intrínseco de la historia, el 25 de mayo de 2003 agregó un elemento inesperado (ahora se olvida que era inesperado): el resurgimiento de un lenguaje “setentista”. Ese día, un día “peronista”, hubo que escuchar el discurso de la asunción presidencial para asistir a la aparición de algo que se presentó de pronto, sin aviso. En esa dinámica de la aparición se verifica un rasgo del comportamiento político del peronismo. Eso que no es un partido ni responde claramente a algún conjunto de categorías políticas universales, cuenta entre uno de sus rasgos el de la presentación brusca, emergente e inesperada de enunciaciones que irrumpen en la conciencia como la escenografía de una obra teatral, una vez que se levanta el telón. Los espectadores contemplan una escena nueva. En esta dinámica de la emergencia inesperada de un escenario radica uno de los rasgos que adjudican al peronismo su vinculación con una no-racionalidad. No hay campaña electoral ni programa que hayan exceptuado anteriores accesos al poder de estos advenimientos dramáticos. Así Menem, así Cámpora: ¿quiénes, cuántos sabían en la víspera lo que iba a ocurrir? En tanto que desde la perspectiva de lo patente, la respuesta es: unos pocos; desde una perspectiva pragmática la respuesta es “todos”. El entrecomillado se debe a la naturaleza constructivista de la unanimidad que caracteriza al peronismo, al carácter impuesto y autoritario de esa unanimidad, y también al hecho de que el trasfondo real de esa unanimidad es una amplia, muy amplia base social, que se impone así sobre el conjunto de la sociedad. Establece una instancia hegemónica que determina tres meses en un caso, diez años en otro, el ciclo que recorremos en la actualidad, por fin.

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(Artículo completo en Pensamiento de los confines, Nº 16, junio de 2005)