Debate
sobre el drama de un poeta y una época
Nicolás Casullo
La posesión de
la historia
El que se llamó “Caso Heberto Padilla”, poeta
encarcelado en su Cuba natal en 1971 y liberado luego de una difundida
y patética autocrítica, resultó un episodio
de fuertes resonancias que se dio en el corazón de un tiempo
latinoamericano muy particular. Aconteció en la médula
de una época de la cultura y la política de las
izquierdas perfiladas detrás de los credos revolucionarios
socialistas sobre todo en Sudamérica. En Chile hacía
más de un año que gobernaba la Unidad Popular todavía
como gestión democrática de pleno empuje. En Uruguay
crecía el electorado del Frente Amplio y la organización
armada Tupamaros hegemonizaba el tenor de las noticias. En Perú
gobernaban militares nacionalistas inscriptos en el campo antiimperialista.
Y en la Argentina habían transcurrido puebladas, Cordobazos
y el gobierno castrense se percibía en franco camino de
salida hacia las urnas signado –en términos de narración
explicativa de futuro– por los enunciados de las izquierdas
en cuanto a clima ideológico antidictadura dominante en
el período.
En el resto
de las izquierdas de América Latina persistía con
distintos niveles de envergadura y derrotas el ideario de una
revolución que encontraba su paradigmática silueta
precisamente en la Cuba acaudillada por Fidel Castro. Fue por
demás significativo y abrumador el caso del poeta Padilla,
por cuanto obligó al campo intelectual, artístico,
literario, periodístico y político latinoamericano
y europeo progresista, a expresarse de manera traumática,
contradictoria y conflictiva sobre el hecho de un escritor preso
en La Habana por sus ideas y expresiones que “atentaban
contra” la marcha de un proceso socialista.
A la vez,
el episodio hacía reingresar al universo de la nueva izquierda
un drama de vieja data en la historia de las experiencias estatales
comunistas en el siglo XX: el dilema de la libertad coartada o
anulada por disentir, criticar o confrontar contra totalizantes
poderes revolucionarios convertidos en únicos dueños
–desde sus cúpulas– de todas las gramáticas
de autocaracterización. Reaparece entonces pesadillescamente
en el caso Padilla el drama de las represiones, purgas y asesinatos
del stalinismo con centro en Moscú, que habían afligido
y martirizado a los militantes comunistas del mundo durante décadas,
la figura de la cárcel como lóbrego lugar de resolución
de la disputa sobre ideas, creación artística, desacuerdos
intelectuales y políticos con que las revoluciones hechas
“en nombre de Marx” habían clausurado muchísimas
diferencias de manera lapidaria.
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Pensamiento de los confines, n. 17, Diciembre
de 2005 / Págs. 83-94.
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