Ejes de rotación, movimiento y significación en Bolivia
Luis Tapia
Este texto se piensa de manera analógica, haciendo rotar algunas ideas generadas en un ámbito para pensar el mundo en otro, en el que, a la vez, se tome en serio la metáfora.
La primera idea es la de ejes de rotación para pensar lo social y lo político. Se podría decir que la vida social y política rota entorno a algunos ejes, tanto en términos de procesos de reproducción de estructura, posiciones de sujetos y significaciones, como también en el sentido de movimiento, que es la segunda idea que, a su vez, se convierte en un eje de este análisis.
Las cosas se mueven rotando, reproduciendo y cambiando a la vez, a veces más a veces menos. En este movimiento y en la rotación también se van reproduciendo significaciones, se van produciendo nuevas significaciones, se van acumulando y sustituyendo. Un eje de rotación es, a la vez, un eje de articulación y no sólo de repetición. Son los cambios en las articulaciones los que van redireccionando el modo en que un eje de rotación mueve la vida social y política.
Un modo de definir un eje de rotación de lo social y lo político es la noción de tiempo histórico. Por tiempo histórico se puede entender, según Zavaleta,1 que a su vez sigue a Marx, el modo en que se organiza la relación con la naturaleza en los procesos de transformación, tanto de la naturaleza interna como de aquella que se vuelve condición de la producción y reproducción de las condiciones de la vida. De manera más histórico-social, un tiempo histórico implica un tipo de civilización, es decir, un modo de articular un modo de producción, un tipo de vida política o de politicidad que puede, a su vez, contener varios modos de producción de significaciones, que junto con los otros procesos constituyen subjetividades, las modifican, y también las van reconstituyendo en el tiempo y en diferentes espacios.
Un eje de rotación implica cierto tipo de velocidad. Siguiendo la misma pauta sugerida por Zavaleta, se podría distinguir un tiempo histórico propio de civilizaciones agrarias, en las que el eje de rotación responde al modo en que una sociedad sigue a la naturaleza a través de las estaciones en el conjunto de los procesos productivos, los reproductivos y la vida política que se organiza para rotar y moverse en torno a un modo agrario de transformación de la naturaleza. Una parte significativa de los pueblos y culturas en Bolivia se mueve y rota según un tiempo histórico agrario.
Otro tipo de eje de rotación es el tiempo histórico propio de la modernidad que rompe la circularidad del tiempo agrario. Introduce un tipo de velocidad o aceleración que tiende a diferenciarse del tiempo estacional de la naturaleza, en la medida en que se desarrollan capacidades tecnológicas que permiten organizar los procesos de producción y de transformación de la naturaleza de un modo en que no necesitan seguir las estaciones. El tiempo moderno está pautado por el ritmo de la industria, pero cabe considerar que, como lo sugirió Walter Benjamin hace mucho tiempo, una de las peculiaridades de la modernidad es que una vez que rompe la pauta de reproducción más o menos sincrónica del conjunto de los aspectos de la vida social, los procesos de cambio y de transformación de los diferentes ámbitos de la producción, de la política, incluso en el mismo seno de la producción, empiezan a realizarse a ritmos diferentes, a velocidades diferenciadas, de tal manera que ya no se podría sostener que toda la sociedad se mueve al mismo tiempo.
Esto implica que se configuran varios ejes de rotación con velocidades diferentes, en tanto ejes de movimientos de las dimensiones modernas de la vida social y política. En este sentido, también los procesos de significación adquieren un dinamismo diferenciado y más entrecruzado.
El rodeo realizado con la introducción de estas ideas sirve para plantear una interpretación de Bolivia, a partir de la idea de que en el país se entrecruzan varios tiempos históricos, por lo tanto, que la vida social, económica y política del país se mueve en torno a una diversidad de ejes de rotación y de significación que, primero, responden a estos dos tipos de temporalidad: la moderna; la agraria, así como en torno a algunos ejes de rotación mucho más contingentes e inestables que se producen en aquellos puntos donde la articulación o la sobre posición de fragmentos de estos diferentes tipos de sociedad generan movimientos, significaciones y sujetos.
Hasta aquí esto es una adaptación de lo ya propuesto por René Zavaleta, la idea de formación social abigarrada, que consiste en pensar que hay países como Bolivia que se caracterizan por la sobre posición desarticulada de varios tiempos históricos que implica una diversidad de modos de producción, de estructuras de autoridad y cosmovisiones que no producen un tipo de unidad estable o un nuevo tipo de sociedad, sino este tipo de coexistencia todavía más o menos colonial.
Aquí se trabaja esta idea introduciendo las nociones de rotación, movimiento y significación para analizar algunos cambios, tendencias y movimientos que se están produciendo, sobre todo en los ámbitos nivel político y cultural en el país.
Procedo de manera más o menos analítica introduciendo algunos componentes y caracterizando cada uno de los ejes de rotación para, luego, pensar su interacción, aunque a veces es inevitable hablar de la interacción al hacer una primera introducción de cada eje.
En el país, durante el tiempo colonial y hasta hoy, se ha experimentado la reproducción de estructuras sociales de carácter comunitario que corresponden a culturas previas a la conquista del continente. Esto implica que no sólo se siguen hablando otras lenguas como el aymará, el quechua, el guaraní, sino que estos pueblos mantienen sus estructuras sociales-productivas, con algunos cambios más o menos significativos, su cosmovisión y, en cierto sentido fuerte, son como otra sociedad dentro del país que, por lo general, existe de manera discontinua, tanto en tierras altas como en tierras bajas. En rigor, son varias sociedades que ocupan de manera discontinua varios territorios del país. Es en este sentido que pienso que Bolivia es un país multisocietal y no sólo multicultural, en el sentido de que sólo haya diversidad lingüística.
Esto implica que durante mucho tiempo estos pueblos han rotado en torno a un eje que les ha permitido reproducir más o menos in toto el conjunto de su sociedad en condiciones de subordinación colonial, durante un buen tiempo, y de subordinación neocolonial en tiempos liberales post independencia hasta las condiciones neoliberales recientes. Hay varios ejes de rotación que tienen la característica de moverse de acuerdo con una temporalidad propia de una civilización agraria.
Se decía que en Bolivia existen como 40 pueblos, algunos sostienen que sólo quedan 36 de los cuales, la mayor parte de ellos, o una buena parte de ellos son pueblos agrarios con estructura comunitaria, aunque hablen diferentes lenguas y tengan un origen étnico, también, diferenciado. Hay varios ejes de rotación de temporalidad agraria, porque son diferentes pueblos que de manera más o menos autónoma se han reproducido a lo largo de siglos bajo el dominio colonial y liberal. Se podría decir que rotan más o menos a la misma velocidad, sufriendo las modificaciones propias de la interacción y subordinación al tipo de propiedad latifundista de la tierra y a la producción capitalista minera y de explotación de otros recursos naturales que han incorporado como fuerza de trabajo, más o menos servil,
tributaria o ya proletaria a las poblaciones que forman parte de estos pueblos
y culturas. No es interés de este texto hacer una historia de la rotación de estas culturas a través de los siglos, sino hablar de su movimiento contemporáneo.
En este sentido se habla de cómo se están moviendo en términos de lo que
resulta de la rotación regular que reproduce sus estructuras comunitarias, el conjunto
de sus culturas o un eje de rotación paralela que los acelera, en el sentido de
que es resultado de su interacción con el estado boliviano y la sociedad civil del
país, de la cual también han entrado a formar parte a través de varias formas de
organización y representación.
Los pueblos de matriz social agraria han producido una duplicación y, por lo
tanto, la emergencia de otro eje de rotación. Junto a la estructura comunitaria, y en
muchos casos a partir de ella, se han organizado formas de participación en la
sociedad civil, es decir, en ese ámbito propio de la división moderna entre estado
y sociedad civil, que implica la separación de la dimensión de la política respecto
del resto de la vida social, que no existe en el seno de las comunidades. Esto se
sigue manteniendo en el eje de rotación, primario, podríamos decir, el más telúrico o el eje telúrico de rotación que es de carácter comunitario. Paralelamente se
han configurado varios ejes de rotación en torno a la sociedad civil. Aquí cabe
recordar brevemente que, por un lado, sobre todo en territorios de cultura aymará
y quechua, se han generado los sindicatos campesinos desde hace mucho tiempo;
hubo también formas anteriores de articulación de otro tipo de instituciones y formas
de asociación por medio de las cuales comunitarios han tratado de organizarse
para reclamar derechos en el seno o con relación al estado boliviano, por lo
tanto, configurando instituciones de la sociedad civil.
Brevemente me refiero a algunos procesos más recientes, ya que esto tiene una
larga historia. Por un lado, en territorios del altiplano con predominancia aymaráquechua,
el sindicalismo campesino produjo sus formas de autonomía o independencia
política hacia fines de los años 70. Desde entonces se ha ido expandiendo
y fortaleciendo hasta llegar a la condición de ser la principal fuente de generación
de los partidos políticos que hoy han producido un cambio en el ámbito del sistema
de partidos a través de las elecciones y, por lo tanto, también, un cambio en el
ejecutivo. Es el sindicalismo campesino el que ha modificado la composición del
sistema de partidos al haber generado partidos, uno de los cuales (MAS) ha recibido
el apoyo político de otros núcleos más allá de los ejes de rotación agrarios.
Cuando las comunidades no sólo rotan en torno a su reproducción, sino que
también rotan moviéndose en el espacio de la sociedad civil, tienden a ampliar sus
significaciones, de tal modo que su acción política ya no sólo significa la presencia
de lo comunitario y de específicas culturas, sino que también giran con cierto
ritmo y con ciertas formas de significación que están produciendo la recomposición
de lo nacional en torno a un eje político de origen agrario.
Una de las principales hipótesis que quiero sostener, en términos de interpretación
de este tiempo político en Bolivia, es la idea de que el país se mueve en
torno a muchos ejes de rotación, lo cual no produce sincronía en la vida política
y social, sino más bien una especie de polirritmia, en muchos casos conflictiva. En esas condiciones se habría dado el principal desplazamiento, que consiste en
que los principales ejes de rotación de la vida política, en particular, se han movido
de núcleos urbanos y centrados, durante un buen tiempo, en la burguesía en
las últimas décadas, en las capas medias y la clase obrera a mediados de siglo y las
décadas que le siguen y se conocen como revolución nacional, hacia núcleos políticos
agrarios. Dicho en breve, el principal eje de rotación de la vida política en
el país hoy está referido a la temporalidad del mundo agrario, en torno a la cual,
como un reloj, aunque como un reloj no muy bien sincronizado, tienden a moverse
otros ejes de rotación que se desplazan del centro a situaciones secundarias o
periféricas.
Hoy en el país hay centralidad política campesina, que no es lo mismo que
comunitaria, y esto tiene que ver con el hecho de que las mediaciones y articulaciones
entre lo comunitario y lo urbano, moderno, industrial y capitalista, están
siendo realizadas por sujetos sociales y políticos que resultan de los ámbitos intermedios,
es decir, que se han constituido políticamente, muchos de ellos también
social y económicamente, en los espacios de sobre posición o articulación entre
tipos de sociedad o de cultura. En este sentido, en el tránsito de lo comunitario a
lo moderno hoy es lo campesino lo que está definiendo el eje de articulación. El
MAS –Movimiento al Socialismo– es un partido que surge de una decisión de los
sindicatos de productores de coca para buscar representación en los municipios y
en el parlamento nacional. Los territorios cocaleros no son territorios de estructura
comunitaria de manera predominante, sino, más bien, son territorios o zonas de
colonización. En este sentido, la condición social de los cocaleros es, básicamente,
campesina que reivindica, sin embargo, origen e identidades culturales indígenas.
En lo político es un partido que tiene un discurso y un proyecto nacional, que
contiene el reconocimiento de la diversidad cultural existente. De hecho, el nombre
que se le dio originalmente al MAS fue Asamblea por la Soberanía de los Pueblos,
y ante la negativa de la Corte Electoral por aceptarlo, adoptaron la sigla del
MAS, que viene de un partido preexistente. Ahora ponen como un apellido o subtítulo
“Movimiento al Socialismo, Instrumento de la soberanía de los pueblos”.
En este sentido se puede ver que el tipo de configuración política que está por
debajo y en la superficie del MAS, así como en el tipo de alianzas y de sujetos que
contiene, implica una composición de varios ejes de rotación, movimiento y significación.
Por un lado, hay comunidades que siguen rotando en torno a sí mismas,
pero, a la vez, a través de las diferentes formas de organización de sociedad civil
que han producido, negocian con el MAS su inclusión en el espacio del sistema de
partidos y la representación parlamentaria, así como su presencia en el ejecutivo
del estado boliviano. Hay sujetos que se están moviendo como comunidad, como
sociedad civil y también ya como parte del estado boliviano, y que han penetrado
como producto de las elecciones de fines de 2005 y de las elecciones para la
Asamblea constituyente a mediados de 2006. Hay sujetos que están rotando en
torno a un tiempo comunitario y a uno moderno, tanto civil como estatal.
Cabe señalar que durante las décadas de los 80 y 90, en territorios de la Amazonia,
el Chaco y los llanos bolivianos se han producido procesos de unificación
de la mayor diversidad de pueblos que habitan allí a través de varias asambleas y
centrales indígenas, la mayor parte de ellas con carácter multiétnico. Hay 8 grandes
centrales o asambleas que a su vez contienen entre 4 y 6 pueblos diferentes. Esto contiene dos cosas simultáneamente. Por un lado, un proceso de unificación
de pueblos y culturas que habitan de manera discontinua estos territorios, es decir,
un proceso de unificación interna; por el otro lado, una forma que se vuelve una
institución de la sociedad civil, a través de la cual se representan con relación a
otros sectores de la sociedad civil y, en particular, con relación al estado boliviano.
A su vez, estas 8 grandes formas de unificación política interétnica se han unificado,
durante un tiempo, en la Central Indígena de Pueblos del Oriente Boliviano
(CIPOB), de la cual se han desprendido, hace poco, una parte de ellos por motivos
de divergencia política.
La rotación de estos ejes agrarios que se han estado moviendo políticamente,
en tanto organización de la sociedad civil y también como ejes comunitarios para
producir fuerza política y capacidad de demanda de reformas y de derechos, ha
estado produciendo, en la base, las condiciones de posibilidad de los cambios polí
ticos generales que se están dando en el país, en términos de constitución de sujetos,
de instituciones y de acumulación histórica.
Si se mira más allá de la superficie, se podría pensar que el hecho de que hoy
se está significando el gobierno de Evo Morales como un gobierno de indígenas,
no se debe a que el presidente reivindique ese tipo de identidad –cosa que hace–,
sino al hecho de que por debajo de la forma de aparición presidencial de la historia
política de los últimos años hay un movimiento en torno a estos ejes de rotación
comunitarios que, a su vez, han generado sociedad civil, partidos y hoy están,
también, reconstituyéndose como sujetos políticos en el seno del estado boliviano.
Cabe pensar otra faceta de este mismo hecho, es decir, el que haya representantes
de pueblos indígenas en el ejecutivo y el legislativo permitiría significar, por
un lado, que el actual es un gobierno indígena. Por el otro lado, cabe ver que están
actuando políticamente en el seno del mismo estado que antes los había excluido
por el tipo de monopolio que se estableció por un sistema de partidos oligopólico
en el sentido de que, básicamente, eran representantes de una sola clase –la burguesía
del país–.
Esto hace que, por un lado, se signifique el hecho de que son gobierno nacional
y no sólo un gobierno para sus pueblos y culturas, pero, el otro lado, la otra
faceta de este hecho político consiste en que están gobernando las mismas estructuras
políticas. Eso implica que el movimiento del estado siga pautado por la
reproducción de las estructuras económicas y políticas previas, más o menos neocoloniales.
Es decir, por un lado han accedido al ejecutivo y al legislativo sujetos
que vienen de matrices campesinas y comunitarias y que se mueven en un tiempo
histórico agrario, pero han entrado en el seno de estructuras que se mueven según
otro tiempo histórico, sobre todo porque reproducen el tipo de estructuras propias
del capitalismo y el modo en que la economía y la política boliviana se articulaban
de manera subordinada al mundo y sus formas transnacionales de explotación
actual. Es decir, ocupar las estructuras estatales hace que estos sujetos empiecen a
producir significación o sentidos que no responden a su historia y sus núcleos
campesinos y comunitarios, sino, también, a las estructuras estatales que hoy están
ocupando.
Esto tiene una doble faceta –ya mencionada–, en la que quisiera ahondar un
poco. Por un lado, recurriendo a una buena idea de Claude Lefort, se podría decir
que en tanto se ha producido el vaciamiento del lugar del poder como producto de
la democratización del estado, aquellos que llegan a ocupar las funciones de
gobierno de ese estado, pueden atribuirse, como resultado estructural, la representación
del conjunto de una sociedad o país de manera temporal, es decir, pueden
pretender representar la universalidad de la política de manera temporal. En este
caso, esta composición que contienen el MAS y su confederación de aliados,
puede presentarse como representantes de la nación o, en todo caso, de una composición
plurinacional o multicultural más allá de las identidades que, a la vez, reivindican
muchos de ellos. Es decir, que el grado de vaciamiento que se está viviendo en la historia boliviana, reforzada ahora por esta victoria electoral, les permite a la gente del MAS y a Evo Morales ocupar ese lugar de rotación de lo político en
la que las estructuras existentes tienden a significar el carácter general de la política
que tienden a encarnar, o a desplegar aquellos que han sido elegidos a través
de los procesos electorales. La política, en parte, rota sustituyendo sujetos políticos. Parte del eje de la rotación política en procesos de democratización en el país
implica la sustitución de los partidos de empresarios por un partido campesino que
se levanta, electoralmente, como producto de una larga acumulación política y de
una red de alianzas bastante amplia.
El espacio político estatal no ha sido modificado en términos estructurales,
todavía, y el tipo de rotación que se ha experimentado ha producido la sustitución
de los sujetos gobernantes, generando una coyuntura de autonomía relativa del
estado, en tanto se ha desplazado a la clase dominante del ejecutivo y el legislativo,
pero todavía no se ha cambiado el eje de rotación o la rotación estatal que tiene
que ver con la reproducción del régimen de propiedad y las estructuras económicas,
que están siendo afectadas en torno al llamado proceso de nacionalización.
Ese es el principal eje ahora en la reforma del estado, que implicaría un cambio en
el movimiento de la economía boliviana o el modo en que rotan los procesos productivos
y los procesos políticos, que durante la época de privatización neoliberal
implicaban un movimiento que salía de las fronteras nacionales, en términos de
que la rotación del excedente se articulaba a procesos transnacionales. El grado de
nacionalización que se ha instituido implica que aumenta la capacidad estatal de que
la rotación política implique una reinserción de ese excedente, en términos de formar
parte de los ejes de rotación o retroalimentación endógena de la economía en
el país.
Caractericemos brevemente algunos cambios en el eje de rotación político del
estado en tiempos neoliberales. Se podría decir que el estado boliviano organizó
su movimiento de tal manera que rotaba de acuerdo con los constreñimientos y
necesidades de acumulación del capital transnacional, por un lado. Por el otro
lado, respondía a las determinaciones de una situación instrumental en la que
miembros de la clase dominante en el país ocupaban los principales puestos en el
gabinete, en el senado, la cámara de diputados y la misma presidencia. El estado
giraba en torno a un movimiento de reproducción y de articulación de redes clientelares
y patrimonialistas de apropiación y repartición de cargos. Se combinaba,
así, una línea de movimiento en que el contenido de la legislación y las decisiones
del poder ejecutivo estaban fuertemente producidos por poderes transnacionales e
instituciones internacionales, y un movimiento del sistema de partidos, y una
administración pública en torno a la reproducción de relaciones patrimoniales y
clientelares viabilizadora de las determinaciones externas en el contenido de la
política del estado boliviano.
Uno de los cambios que se ha dado con relación a esta dimensión es que la victoria
electoral del MAS ha hecho que el estado boliviano comience a rotar o a
moverse en mayor sintonía con los movimientos internos, tanto de la sociedad
civil como de los núcleos comunitarios. Ahora bien, el estado sigue rotando de
acuerdo con un ritmo burocrático. La presencia de campesinos, trabajadores y
representantes de movimientos en el seno del ejecutivo por sí misma no modifica
este tipo de movimiento. En este sentido, una tarea de la asamblea constituyente
es producir las instituciones que modifiquen estos ejes de rotación de la política
del gobierno y el estado en sintonía con los ejes de rotación de la vida política en
el seno de las comunidades y las instituciones de la sociedad civil, ya no sólo de
los empresarios sino también sobre todo de los trabajadores, tanto agrarios como
urbanos.
Por el otro lado, no se ha producido, todavía, una recomposición del funcionamiento
del poder ejecutivo, en particular, de tal manera que pueda moverse de
acuerdo con políticas muchos más sintonizadas con núcleos populares. La legalidad
heredada por los tiempos neoliberales sigue poniendo obstáculos y estableciendo
pautas de movimiento del aparato de administración y ejecución gubernamental
que responden a un contenido y al predominio de otro tipo de sujetos. Es
decir, que la normativa respecto al funcionamiento del poder ejecutivo, en particular,
corresponde, todavía, en buena parte, al tiempo de rotación neoliberal, lo
cual es un obstáculo para moverse en otra dirección. Es en ese sentido que el actual
gobierno en Bolivia ha optado por establecer canales paralelos, en algunos aspectos,
de tal manera que el movimiento en torno al eje de rotación heredado del
modelo liberal no absorba, anule o retrase mucho las reformas que se necesitan y
se han pensado como necesarias para redireccionar el país, en términos de desmontaje
de las estructuras neoliberales.
Si se mantiene el eje de rotación política configurado por la normatividad y la
legalidad establecida por las estructuras neoliberales, esto hace que las acciones
del actual gobierno signifiquen cosas negativas, es decir, que varias de las acciones
aparezcan como ilegales, irresponsables porque, sobre todo, la oposición se
encarga y se encargará de darle el sentido de que el actual gobierno está yendo
contra la ley. Es en este sentido que se puede pensar que la modificación de los
ejes de significación que establezcan una mayor compatibilidad y continuidad
entre acciones políticas de los nuevos sujetos gobernantes pase por una modificación
de las estructuras normativas existentes, que tienden a producir esta disonancia
entre ley y acción política; aunque el MAS ha sido bastante celoso de no contravenir
la normativa previa para evitar bloqueos y obstáculos en sus acciones
políticas, hasta el momento de la asamblea constituyente, en la que se tiene que
redefinir la normativa y a través de esto, también, los ejes de rotación.
Dicho de otro modo, en clave relativa a este análisis, los cambios en los ejes
de movimiento de la vida política en el país, que han producido cambios en los
ejes de rotación del estado, necesitan producir cambios en los ejes de significación
que, en parte, responden a la historia política que se despliega más allá y fuera del
estado y ahora lo atraviesa, pero también responde al modo en que la normativa
institucional preexistente pone límites y obstáculos a las reformas.
Vuelvo a cuestiones más generales de articulación de movimientos. Se puede
decir que en la historia reciente del país se han activado varios ejes de rotación de
la vida política, que son los que han puesto en crisis al estado boliviano y a varios
gobiernos en los últimos años, precisamente porque quienes estaban a la cabeza de
ellos sólo se sintonizaban con el movimiento de un núcleo de la sociedad civil organizado
en torno a intereses empresariales dominantes, monopólicos en lo interno, y
articulados de manera subordinada a intereses y poderes transnacionales.
Digo que hubo una proliferación de ejes de rotación de la vida política porque
varios de estos núcleos se han organizado y han mantenido una vida política con
un grado más o menos significativo de autonomía, y se han ido articulando en los
grandes momentos de movilización en que los conflictos se han nacionalizado a
partir de capacidades propias de cada núcleo, hasta bloquear el eje de rotación que
implica la reproducción de la legitimidad estatal, es decir, el eje de significación y
producción del significado de acción legitima con relación al poder legislativo y
al poder ejecutivo, de tal manera que el movimiento de la acción política e institucional
en el seno del sistema de partidos, el estado y el gobierno ha empezado a
ser deficitario y entrar en seria crisis en las condiciones del bloque producido por
las grandes movilizaciones, cercos y demandas de democratización, que se ha
movido desde estos otros ejes de rotación política más allá del estado y en algunos
casos también más allá de la sociedad civil.
La crisis política significa que el eje de rotación del estado, que implica su
reproducción, empieza a volverse problemático e incluso a detenerse. La crisis
política implica que el eje de significación de producción de legitimidad se vea
seriamente afectado o, también, paralizado.
Estos ejes de rotación de la vida política, más o menos diseminada en los diferentes
núcleos comunitarios, sindicales y de otras formas de organización de la
sociedad civil con fuerte presencia y composición de trabajadores y de lo que
podemos llamar nacional-popular en el país, han puesto en crisis el movimiento de
reproducción del estado boliviano, la reproducción del predominio político del
bloque partidario y empresarial que de manera oligopólica dirigió la economía y
el estado en las últimas décadas en el país.
Estos ejes de rotación que responden a la diversidad cultural y, también, a la
diversidad de núcleos de organización popular en el país, implican que en la vida
política boliviana hay una pluralidad de núcleos de significación política, ya que
cada uno de estos ámbitos de democratización produce significados que hacen que no
sea posible hacer una caracterización simple y homogénea de la vida política en el
país, sino que tengamos que recurrir a una descripción y explicación más o menos
compleja y compuesta, ya que la vida política que se despliega produce, por un
lado, una pluralidad de significados, dependiendo de dónde vienen las acciones y
la producción de sentidos, como de las articulaciones cambiantes o mutantes que
se dan como producto de estas fuerzas en movimiento. Esto produce, también,
ambigüedad, en el sentido de que sobre posiciones, conexiones, encuentros y articulaciones
temporales producen sentidos que cambian en la medida en que estas
articulaciones en movimiento también se van modificando. Pongo un ejemplo,
para dar cuenta de este punto. Algunos presentan –el presidente y el MAS en particular–,
al actual gobierno como un gobierno de los movimientos sociales, que es
un modo de significación y de producción de sentido desde el lugar estatal que
ocupa el MAS y sus aliados. En torno a esto cabe recordar que Evo Morales no era
dirigente de los movimientos sociales en general, era dirigente de un núcleo organizativo,
el de los cocaleros, y de su partido, que era una fuerza más entre otras
importantes, entre las que se desplegaron en los últimos años. Es el despliegue de
los movimientos antiprivatización, pro asamblea constituyente y nacionalización,
algunos de núcleo comunitario y otros de núcleo sindical, lo que elevó a Evo
Morales a la cabeza del ejecutivo y crearon las condiciones de posibilidad de la
victoria electoral y la recomposición del sistema de partidos. Así es como esos
movimientos produjeron la coyuntura de la victoria electoral. Evo Morales y el
MAS incluyeron en el ejecutivo representantes de varios de estos núcleos de organización,
de movilización, pero no como producto de una relación orgánica, sino
de una invitación personal. En este sentido no es un gobierno de los movimientos
sociales, sino un gobierno del MAS que incorpora o pretende incorporar a los
movimientos a través de la incorporación personal de alguno de sus miembros,
que no es lo mismo. Uno de los resultados de esto es que la política del ejecutivo
no deviene de la discusión y deliberación política entre el conjunto de organizaciones
y movimientos, sino que responde a definiciones establecidas en el seno del
MAS, que en algunos casos pasan por negociación con organizaciones, pero no se
podría decir que se trata de un gobierno de los movimientos, en todo caso es un
gobierno producido por los movimientos, además de los méritos propios de MAS.
Con relación a este hecho que tomaba como ejemplo, se puede ver que hay
varios sentidos que se están produciendo, unos desde el gobierno, otros desde los
espacios comunitarios y sindicales. También hay una producción de sentido por
parte de aquellos que están en contra de este ascenso de masas y de núcleos organizados de trabajadores, y que se orientan a caracterizar el gobierno de Evo Morales
como un tipo de caudillismo autoritario.
En tanto el eje de rotación del estado no sea modificado a través de una reforma
de las estructuras del mismo, habrá un desfase entre el eje de rotación de la
vida política en los núcleos comunitarios y de la sociedad civil con presencia
popular. Para sincronizar un poco más los ejes de rotación que vienen de la diversidad
cultural existente y de la diversidad social y política contenida en la sociedad
civil, con el movimiento político del gobierno y el estado, creo que se necesita
pasar por una reforma política que establezca articulaciones que produzcan
mayor continuidad y comunicación política a través de estos ámbitos, sin la pretensión de eliminar esta diversidad estructural.
Señalo una línea de reforma y rearticulación política posible que es una idea
compuesta, para una realidad política a componer, también de manera más o
menos compleja, a modo de terminar esta reflexión, bastante general y esquemática,
sobre tiempos presentes en Bolivia.
Para sincronizar tiempos políticos y sociales, y contenerlos en los procesos
políticos o de movimiento del estado boliviano, por un lado, habría que incluir las formas de autogobierno de los núcleos comunitarios, que responden a la diversi
dad cultural, como parte de los procesos de gobierno y de legislación que hacen
parte de la forma de gobierno general para el conjunto del país. Esto implica el
hecho de que el poder ejecutivo, el legislativo y también el judicial sean reconstituidos
a partir de un pluralismo institucional y político que haga que miembros de
otros pueblos y culturas estén presentes en el gobierno nacional a través de sus formas
de autogobierno político, y no en el seno de estructuras extrañas, con los
resultados ya señalados.
Por el otro lado, creo que se necesita configurar espacios políticos que permitan
que la gente que se encuentra lejos de la sede de gobierno y fuera del parlamento
y el ejecutivo participe, sin embargo, con derecho, de manera regular y continua
en la deliberación y toma de decisiones. Una respuesta a esto puede ser una
red de asambleas locales de democracia nacional que funcionen de manera abierta
y regular mensualmente en el ámbito local, de tal manera que se pueda sintonizar
el tiempo político local con el nacional, de modo que la producción de sentido
que, en este caso, tendría la fuerte connotación de dirección, tanto a través de leyes
como de políticas y acciones, no sea producto de la decisión y voluntad del presidente,
los ministros y algunos parlamentarios, sino algo producido de manera mucho más colectiva y compuesta a través de la articulación de estos diferentes
niveles de participación y de la presencia de lo multicultural en el núcleo central
de gobierno del país a través de una forma compuesta.
Para terminar, se podría decir que los procesos de democratización implican
que la vida política no tiende a significar una sola cosa, sino que se crean las condiciones
para que la producción de sentido sea plural, en el sentido de que responda
al ejercicio de libertades en los distintos ámbitos de lo público. A la vez, la
democratización implica, también, generar las condiciones político-institucionales
y los espacios y procesos políticos que posibiliten producir sentidos comunes, o
con amplio respaldo, producto de deliberaciones que atraviesan el conjunto de los
territorios del país.
En este sentido, hay que pensar la articulación en los diferentes núcleos de
rotación de la vida política existente en el país, de tal manera que su movimiento
no genere crisis exclusivamente, cosa que ya ha producido generando un cambio,
sino también, movimiento de amplificación de la democratización en el país.
* Zavaleta, René, Lo nacional-popular en Bolivia, Siglo XXI, México, 1986.
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Pensamiento de los confines, n. 19,
Junio
de 2007 / Págs. 9 - 17
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